Editor’s note: This article is also published in English on Glasstire. Find that here.
Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en inglés en Glasstire el 24 de agosto del 2022.
Traducción de Yolanda Fauvet y Paulina H. Marroquín.
A principios de este año, el Baltimore Museum of Art (BMA) presentó la exposición Guarding the Art [Custodiar el arte], que muestra obras de la colección del museo seleccionadas y organizadas por curadores invitados del equipo de seguridad del museo. El concepto fue propuesto por un fideicomisario del museo que estaba pensando en formas en las que la institución podría representar de mejor manera la diversidad de la comunidad a la que sirve. Tal como el fideicomisario, las personas que trabajan en los museos se han dado cuenta de que el departamento de seguridad podría ser el grupo de trabajadores de estas instituciones que pasa más tiempo cara a cara con el arte en las paredes.
Está bien documentado que, aunque la mayoría de los trabajadores de museos se identifican como blancos (es decir, no hispánicos), los departamentos de seguridad y de administración de las instalaciones se componen de más trabajadores que no son blancos que los otros departamentos, como el curatorial, el de educación, el de diseño y directivos. Asma Naeem, la curadora en jefe del BMA, le contó a CNN que trabajar con los custodios para curar esta exposición planteó preguntas importantes como “¿para quién es el arte?, ¿para quién son los museos?, ¿a quién le toca hablar de arte?, ¿quién tiene el conocimiento?, ¿hay otro tipo de personas que tienen conocimiento sobre arte a las que nos gustaría escuchar?”
Si bien este tipo de preguntas son importantes, no son nuevas. Durante las últimas décadas, los museos han estado reflexionando sobre cuestiones relacionadas con el acceso y han hecho avances para incorporar una variedad de perspectivas externas. Nina Simon, antigua directora ejecutiva del Santa Cruz Museum of Art & History, escribió en su libro del 2010 The Participatory Museum [El museo participativo] sobre la importancia de colaborar y cocrear con personas y grupos externos a la estructura tradicional de un museo. De modo parecido, en Contesting Knowledge: Museums and Indigenous Perspectives [El conocimiento en tela de juicio: Museos y perspectivas indígenas] del 2009 editado por Susan Sleeper-Smith, Jacki Rand (profesora asociada de Estudios Amerindios de la Universidad de Illinois en Urbana-Campaign) escribe sobre cómo a mediados del siglo XX los museos comenzaron a buscar consultas con personas y pueblos indígenas acerca de la presentación de arte y artefactos nativoamericanos.
Ya que muchos museos en Estados Unidos son histórica y predominantemente instituciones blancas, es necesario que busquen a personas con perspectivas y pericia fuera de aquellas que posee el típico curador de museos. Dos ejemplos actuales de este tipo de exposiciones organizadas colaborativamente son Black Every Day [Negro todos los días] en el Amon Carter Museum of American Art en Fort Worth y Finding Your Voice: Café Con Leche Co-Curates [Encontrar tu voz, nuestra voz: Café Con Leche cocura] en el Wichita Falls Museum of Art en la Midwestern State University.
Durante el verano del 2020, cuando el mundo estaba en medio de la pandemia de la COVID-19 y muchísimas personas a lo largo del país protestaban por la violencia policial contra personas negras, muchas otras en el mundo del arte estaban reflexionando sobre las ramificaciones del racismo sistémico en las organizaciones artísticas. Kristen Gaylord, curadora asociada de fotografía en el Carter, señaló que activistas, trabajadores culturales y otras personas negras estaban denunciando el impacto del énfasis que los medios masivos ponían sobre el trauma al hablar de la vida negra. Gaylord dijo que “el autor Jerry Craft ha llamado esta representación limitada ‘historia y miseria’. Me pregunté qué sucedería si organizábamos una muestra que en lugar de eso retratara la amplitud y profundidad de la vida negra en este país, que sin duda contiene trauma, pero contiene mucho más que eso”.
Ese fue el impulso para Black Every Day, una exposición fotográfica que brindaría una visión más amplia de la vida negra en Estados Unidos. Dado que Gaylord no es negra, sintió que no podía curar ella sola esta exposición. En su propuesta de exposición, que presentó a los directivos del museo, dejó claro que un cocurador sería una “pieza clave” de esta exposición.
Acerca de la necesidad de un cocurador, Gaylord dijo “soy una historiadora de la fotografía y conozco a fondo la colección Carter, a partir de la cual construimos la exposición. Pero sabía que necesitaba a alguien que proveyera muchos otros tipos de pericia y experiencia para este proyecto, incluyendo la pericia especializada en el área de estudios negros, especialmente en cultura material y medios y representación, y la experiencia de vida de lo que significa ser una persona negra en este país, pues yo no lo soy. Hablé con colegas dentro y fuera del museo y se repetía la misma recomendación: ¡la doctora Lauren Cross!”
Cross, artista, académica y curadora independiente, conoció a Gaylord por primera vez en el 2018 cuando la invitaron a ser una artista inaugural de la comunidad Carter [Carter Community Artist] (Deben saber que durante mi tiempo como gerente de programas escolares y comunitarios en el Carter, invité a Cross y a otros tres artistas del norte de Texas a formar parte de la generación inaugural de Carter Community Artists). En el 2019 las dos se conocieron mejor cuando participaron juntas en un panel sobre arte público. Sobre su experiencia previa con el Carter, Cross dijo “creo que, debido a que fui una artista de la comunidad Carter, llegué al proyecto con un sentido profundo de lo que había en la colección del Carter, así como una historia de las exposiciones pasadas en el museo que reflejaban la experiencia negra. Sabía que era una oportunidad para contribuir con una narrativa realmente importante acerca de lo que se representaba en esta colección fotográfica reconocida mundialmente al relacionarla con la experiencia negra”.
Tanto Gaylord como Cross han cocurado exposiciones en el pasado, aunque sus experiencias han sido diferentes. Mientras Gaylord ha trabajado tradicionalmente con colegas del museo para cocurar exposiciones, esta fue la primera vez que trabajó en una cocuración con una persona externa a su institución. Por otro lado, como curadora independiente Cross ha trabajado con una variedad de organizaciones e instituciones de forma colaborativa. Comenzó su experiencia curatorial con una exposición cocurada basada en su película documental The Skin Quilt Project [El proyecto de la colcha de pieles]. En aquel momento ella vivía en Boston y había colaborado con Erica Licea-Kane, la directora de la Towne Art Gallery en el Wheelock College.
Aunque la cocuraduría puede tomar distintas formas y, dependiendo el proyecto, tener niveles diferentes de involucración, tanto Gaylord como Cross reconocen que trabajaron de cerca en todos los aspectos de Black Every Day. Durante una charla sobre la exposición en el Carter, Gaylord declaró “lo que intenté hacer… fue convertirla en una compañera absoluta en todo lo que yo haría para una muestra. Lo único que hice por mi cuenta fue escribir la propuesta e invitarla a unirse. De ahí en adelante, si ella quería, cada reunión, cada [decisión] logística, aunque fuera aburrida o poco divertida, yo quería que ella estuviera involucrada.”
Juntas armaron la lista de control, escribieron las fichas y textos de la exposición, escogieron los colores de las paredes, supervisaron el montaje y más. Debido a este acercamiento extensivo, la exposición tomó un poco menos de dos años desde su concepción hasta su inauguración, lo que, según Gaylord, es más tiempo de lo que normalmente toma montar una muestra basada en una colección.
Durante la charla de la exposición, Cross señaló: “La cocuración con Kristen ha sido una de mis favoritas. Eso dice mucho. Fue muy sensible para [incluirme en el proceso completo]… Y lo que hizo eso fue crear una oportunidad para mí, si había algo que sentía que no estaba dando en el clavo, podía mencionarlo y ella decía ‘Bueno, si tú no lo quieres, entonces eso es todo’ ”.
Como alguien que trabajó en el Carter durante casi tres años y está familiarizada con la colección del museo, me alegró ver algunos de los favoritos de los fanáticos incluidos en la exposición como Coltrane and Elvin [Coltrane y Elvin] de Roy DeCarava y Red Jackson, with his Mother and Brother, Harlem, New York [Red Jackson con su madre y su hermano, Harlem, Nueva York] de Gordon Parks. Pero también estaba sorprendida por la gran cantidad de fotografías que no había visto antes que arrojan una nueva luz sobre la profundidad de las propiedades del Carter. Además, las secciones que las curadoras desarrollaron para la muestra (comunidad, excelencia, trabajo y fotografía vernácula) brindaron una nueva perspectiva sobre algunas de las piezas y crearon conexiones entre obras que yo no había considerado antes. Por ejemplo, incluir Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC) Sit-in [Sentada del Comité Coordinador Estudiantil No Violento] de Danny Lyon en la sección de “trabajo” de la muestra hace que se expanda nuestra percepción del trabajo negro. La narrativa del trabajo negro, que históricamente tiende a concentrarse en el trabajo físico forzado y en los papeles degradantes, está en camino a transformarse para abarcar la realidad y la complejidad de lo que el trabajo puede significar y ha significado a lo largo del tiempo.
Desde las fotografías escogidas y las categorías en las que fueron organizadas, hasta las fichas y los textos en las paredes que brindan los necesarios contextos y perspectiva, Black Every Day es increíblemente intencional. Aunque la voz curatorial se siente cohesiva y sin costuras, también queda claro que la muestra se basó en los conocimientos de expertos en el tema y en el medio. Cross y Gaylord juntas reconocen por completo las ásperas realidades del trato que se les da a las personas negras en Estados Unidos, a la vez que mantienen una sensación de celebración y alegría e inyectan nueva vida a la colección del Carter.
Al igual que Gaylord, Danny Bills, curador de colecciones y exposiciones en el Wichita Falls Museum of Art (WFMA), ha cocurado muestras junto a otros de su propia institución, pero Finding Your Voice: Café Con Leche Co-Curates fue la primera vez que trabajó con cocuradores externos. Sin embargo, a diferencia de Gaylord, que trabajó con una curadora independiente experimentada, Bills trabajó con cinco estudiantes de preparatoria en camino a la universidad que no tenían experiencia curatorial previa. Estas estudiantes estaban asociadas con Café Con Leche, una organización de Wichita Falls que apoya a padres y sus hijos en edad escolar en la planificación de su educación superior.
La idea para la exposición se desarrolló a raíz de una conferencia que en el 2018 el coleccionista de arte Cheech Marin brindó en el museo con motivo de la exposición Papel Chicano Dos: Works on Paper from the Collection of Cheech Marin [Papel chicano dos: Obras sobre papel de la colección de Cheech Marin]. Entre los asistentes estaban cerca de 30 estudiantes de Café Con Leche, encabezados por el fundador de la organización, Gonzalo Robles. La experiencia de los estudiantes fue tan impactante que tanto Bills como Robles quisieron encontrar una manera de involucrar a los estudiantes de Café Con Leche en el proceso de selección de artistas de una exposición futura.
Para reclutar estudiantes para el proyecto, Bills y Robles hicieron presentaciones en tres escuelas preparatorias públicas de Wichita Falls en las que proponían esta oportunidad como una experiencia vocacional pero también cultural y artística. Las cinco estudiantes, América Benítez, Andrea Granados, Patricia Odjewuyi, Natalie Perez y Nathalie Rodriguez, se reunieron semanalmente con Bills durante siete meses para desarrollar la exposición.
Acerca de su decisión de comprometerse con este proyecto, Rodriguez dijo “Originalmente decidí unirme a Danny y a la exposición porque pensé que vería obras y personas famosas. Y en cierto modo sí lo hice, conocí a tantos artistas talentosos y personas que hacen que la exposición suceda”.
Odjewuyi dijo “Me encanta el arte, pero me enfocaba sobre todo en cómo se veía en lugar del significado que tenía; entonces pensé que trabajar en este proyecto me daría una perspectiva diferente del arte. En realidad, nunca había estado en un museo antes de trabajar en este proyecto, así que pude aprender más sobre ellos y pude experimentarlo como alguien que está armando una exposición, pero también viendo una, lo que me hizo ver el arte en una manera diferente”.
A lo largo de la planeación del evento, las estudiantes estuvieron involucradas en cada paso, incluyendo la selección de artistas, el diseño de la exposición, los aspectos promocionales y la instalación. Las estudiantes no sólo ayudaron a identificar el título de la exposición, sino también notaron la oportunidad de jugar con el título a través de su diseño para resaltar la frase “nuestra voz” dentro del título oficial Finding Your Voice (en inglés our voice –nuestra voz– puede extraerse de your voice –tu o su voz–). Junto al texto tradicional en la galería hay citas de las curadoras estudiantes. Estos llamados también se titulan Our Voice [Nuestra voz]. En uno de ellos, Benítez dice “El título para mí es como unirnos, pero siendo nosotras mismas; relacionarnos con los otros, pero mostrar y llegar a nuestras propias conclusiones”.
Acerca de cocurar con las estudiantes, Bills declaró que “el proceso fue refrescante porque las estudiantes no tenían nociones preconcebidas. Sus ideas eran frescas y no se parecían a nada de lo usual curatorialmente. El proceso de curación típico para mí probablemente tendría mucho menos compromiso o sería más como una carga de trabajo con tareas asignadas. Cada aspecto de esta exposición se abordó de una manera más compartida con el grupo”.
Las cuatro artistas que forman la exposición, tres de las cuales radican en Houston y la otra en Suecia, se identifican como hispánicas o latinas y nacieron en diferentes países latinoamericanos. Las artistas son Gaby Berglund Cárdenas (Ecuador), Guadalupe Hernandez (México), Lorena Morales (Venezuela) y Graciela Paz (Guatemala). En la cita plasmada en la pared de Our Voice, la curadora estudiante Perez explica la importancia de que esta exposición incluya no sólo voces de la comunidad latina sino voces de latinas.
El texto introductorio al inicio de la exposición menciona que los temas presentes en ella reflejan las experiencias de vida de las estudiantes-curadoras. Como latina, al caminar por la muestra sentí un fuerte vínculo con los temas de hogar y de narración, y me conmovieron los ecos de los medios que están profundamente conectados a las artes latinas, como las obras de papel picado de Hernandez o los grabados en madera impresos sobre tela de Cárdenas. Aunque las perspectivas de las estudiantes claramente dieron forma a la selección de artistas y obras, la distribución de la exposición se siente muy tradicional, cada artista está relegada a su propio espacio dentro de la galería.
Las dos estudiantes curadoras con las que hablé, Odjewuyi y Rodriguez, me contaron que se sintieron sorprendidas por la cantidad de trabajo y detalle que implica la planeación de una exposición. Si bien ambas indicaron que actualmente no tienen planes de ingresar al campo de la curaduría, sin duda han obtenido una nueva comprensión del trabajo de un museo y de los procesos colaborativos.
A pesar de que cocurar con personas externas a una institución no siempre es práctico ni necesario para toda exposición o situación, es emocionante ver a curadores de museos de todo Texas invitar a otros curadores, artistas y miembros de la comunidad para ayudar a ampliar las narrativas de sus museos. Compartir la autoridad con personas que históricamente no han estado en posiciones de poder y resaltar perspectivas que a menudo no figuran en instituciones predominantemente blancas son maneras efectivas de generar relevancia y un sentido de pertenencia para los visitantes del museo. A medida que la demografía estadounidense continúa cambiando (se estima que para el 2045 las personas de color serán mayoría), las instituciones predominantemente blancas deben hacer cambios radicales para mantener su relevancia y estar a la par de los tiempos. Aunque los cambios generales que tomarán años implicarán que los museos contraten (y retengan) a personas de color en todos los departamentos y puestos directivos, mejoren la manera en que reflejan diversas perspectivas y experiencias, y adquieran y presenten más obras de artistas de color, exposiciones como las del Carter y el Wichita Falls Museum son un buen comienzo.